The Day the Earth Stood Still


Título original: The Day The Earth Stood Still / Año: 1951 / País: Estados Unidos / Duración: 92 min / Director: Robert Wise/ Guión: Edmund H. North basado en una historia de Harry Bates/ Fotografía: Leo Tover/ Música: Bernard Herrmann / Reparto: Michael Rennie, Patricia Neal, Hugh Marlowe, Sam Jaffe, Bill Gray… / Sinopsis: Una mañana cualquiera, en un parque de Washington aterriza un platillo volador. De inmediato una multitud de curiosos y el ejército rodean el aparato, de cuyo interior salen un humanoide llamado Klaatu y un inmenso robot. Un soldado nervioso dispara contra el extraterrestre, y el robot responde desintegrando el armamento circundante. Sin embargo, contrario a lo que se cree, el alienígena viene para entregarnos un importante mensaje del cual depende todo el destino de la Tierra.

“The Day the Earth Stood Still” fue una de las primeras cintas de ciencia ficción del extenso ciclo de producciones de este tipo que se realizaron durante la década de los cincuenta y una de las pocas que es considerada como un verdadera joya en la actualidad. Si bien esta película fue precedida en las salas de cine por producciones como “Destination Moon” (1950), de George Pal, y “The Thing from Another World” (1951), de Howard Hawks, entre otras, la génesis de este proyecto se remonta a 1949, cuando el productor de la 20th Century Fox, Julian Blaustein, se percató de las altas ventas que estaban teniendo las revistas de ciencia ficción. Viendo el potencial que podría tener una película que tocara estas temáticas, le pidió al asistente de edición Maurice Hanline, que buscara una historia “filmable” de ciencia ficción. A sabiendas de que producir una historia que involucrara una aventura interespacial seria prohibitíbamente costoso, Blaustein le especificó a Hanline que debía tratarse de una historia que aconteciera en la Tierra. Fue así como Hanline dio con la historia “Farewell to the Master”, del escritor Harry Bates, la cual fue publicada en la revista “Astounding” en la edición de octubre de 1940.

El próximo paso de Blaustein era persuadiar al jefe de producción de la Fox, Darryl F. Zanuck, para que este le diera luz verde al proyecto. El ejecutivo no pensó demasiado en el contenido de la historia de Bates, y procedió a comprar los derechos para realizar la adaptación cinematográfica. A Edmund H. North se le asignó la tarea de realizar el guión de la cinta, el cual finalizó en junio de 1950. Lamentablemente para Blaustein, acababa de estallar el conflicto de Corea, por lo que temió que a Zanuck no le agradara la idea de producir una cinta con un claro mensaje de paz en tiempos de guerra. Sin embargo, Zanuck creía en el potencial de la historia, por lo que decidió filmarla de todos modos. Se contrató a Robert Wise para dirigir la cinta, mientras que para el papel principal se optó por contratar a un actor relativamente desconocido para la audiencia norteamericana, para que de esta forma les fuera más fácil aceptar el hecho de que se trataba de un “extraño en una tierra extraña”. Fue así como se dejó de lado a actores como Spencer Tracy y Claude Rains, y se contrató a Michael Rennie, quien acababa de debutar en el circuito hollywoodense con la cinta “The Black Rose” (1950). Para interpretar el papel del profesor Barnhardt, se escogió a Sam Jaffe, quien al poco tiempo de aceptar el papel apareció en la infame lista “Red Channels”, la cual denunciaba a los artistas con supuestas conexiones comunistas. Blaustein intercedió para que el actor pudiera terminar la cinta, sin embargo de todas maneras le costaría estar alejado por algunos años del mundo del cine.

Como bien es sabido, todas estas amenazas procedentes de otros mundos no venian más que a encarnar al comunismo y al potencial daño que este le podría provocar específicamente a la sociedad norteamericana de aquella época. Curiosamente, Klaatu está lejos de representar al “enemigo comunista”. Es un personaje afable y comprensivo, el cual se muestra sumamente razonable en todo momento. A su llegada a la Tierra, lo único que hace es dejar clara su intención de reunirse con los líderes de las distintas naciones alrededor del globo con la intención de hacerles un importante comunicado. Desafortunadamente, el temor ante lo desconocido tan propio del ser humano, provoca que Klaatu termine siendo tiroteado, por lo que no le queda otra opción más que la de realizar una demostración de fuerza, para la cual se sirve de Gort, un robot humanoide dotado del suficiente poder como para destruir el planeta.

La historia de todas maneras refleja la paranoia existe en la sociedad norteamericana (y en el mundo en general) a causa de la Guerra Fría. No falta quien teoriza de que este supuesto visitante bien podría ser un emisario de la Unión Soviética o una estratagema de los comunistas. Es más, todos los países hacen gala de una notable mezquindad al rehusarse a asistir al llamado de Klaatu, dejando en claro lo intransigente de sus posturas políticas. La cinta se entiende claramente como una parábola antinuclear y antibelicista, aunque el discurso de Klaatu no deja de tener ciertos matices totalitaristas. Si bien es obvio que Klaatu y la “federación de planetas” que lo envió a la Tierra desean la paz, ¿hasta qué punto resulta legítimo que pretenda imponer a los terrícolas su deseo y sus normas? ¿Es justo que imponga sus términos a los habitantes de la Tierra solo por el hecho de que poseen la tecnología suficiente para destruirnos? Incluso la película nos reta a cuestionarnos si es mejor vivir sometido a un sistema ajeno que teóricamente es más beneficioso, o es preferible aprender de nuestros propios errores y no perder nuestra identidad.

La película cuenta con buenas actuaciones, excelente efectos visuales para la época, y una excelente banda sonora, obra de Bernard Herrmann, quien en esta ocasión nos entrega uno de sus mejores trabajos. Herrmann optaria por eliminar todos los instrumentos de cuerda de la orquesta para reemplazarlos por violines eléctricos y un bajo eléctrico. Además, incluyó el Theremin, un curioso instrumento electrónico, dando como resultado la inolvidable banda sonora de esta cinta. “The Day the Earth Stood Still” tendría un problema con los organismos censores no por su discurso político, sino por el hecho de retratar a Klaatu como un ser de infinito poder con la capacidad incluso de resucitar de entre los muertos. El accionar de Klaatu y el orden en como se desarrollan los hechos en la historia, se asemejan al accionar de Jesús; el extraterrestre llega a la Tierra para salvarnos, muere, resucita y sube a los cielos (en este caso vuelve del lugar de donde vino). A raíz de esto, en la escena que Klaatu vuelve a la vida, el censor Joseph I. Breen obligó a North a insertar en el dialógo del protagonista de que “el proceso de su resurreción era solo temporal ya que este derecho esta reservado solo para Dios”. North explicaría tiempo después que su intención era que de manera subliminal, el espectador comparara a Klaatu con Jesús, pero que obviamente al surgir este pequeño inconveniente con los organismos de censura, se percató que su broma personal no quedó confinado solamente a nivel subliminal.

“The Day the Earth Stood Still” fue un éxito de taquilla al momento de su estreno. Hoy en día sigue siendo considerada como una de las mejores películas de ciencia ficción de la historia (prueba de esto es su reciente remake). Fue una de las primeras cintas que se atrevió a levantar la voz en contra del armamentismo y a favor de la tolerancia, aunque de todas maneras su discurso político resulta ser demasiado indefinido para considerarla panfletaria. Es una obra inquietante, oscura, e incluso profética, que nos indica que el verdadero peligro reside en nosotros mismos, en nuestras inseguridades y nuestro egoísmo. Robert Wise realizó un estupendo trabajo construyendo esta verdadera joya del cine de ciencia ficción.

Nota:

Acerca de Christian Sandoval V.
Estudiante de kinesiología aficionado al cine, que durante más de 3 años ha colaborado en la blogosfera y en distintos sitios de cine.

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