Tod Browning, el Cineasta de la Monstruosidad


 

Atraído por lo extraño, lo monstruoso y peculiar, por lo que la sociedad contempla desde lejos con morbo y aprensión, Tod Browning nos dejó una serie de obras que más allá de los gustos personales (a unos les fascinarán y a otros les provocarán rechazo) son, como mínimo, dignas de verse y tenerse en cuenta: The Unknown (Garras Humanas, 1927); Drácula (1931); Freaks (La Parada de los Monstruos, 1932); Mark of the Vampire (La Marca del Vampiro, 1935); The Devil-Doll (Muñecos Infernales, 1936); Miracles for Sale (1939), etc. son los títulos de algunos de sus films.

Nacido en 1882 en Louisville, Kentuky, USA ; Tod Browning se fugó de su casa a los 16 años siguiendo a la bailarina de un circo, de la que se había enamorado. Esto le llevó a trabajar como payaso, contorsionista, mago, como cadáver viviente en un número de enterramiento en directo… Sin duda fue entonces cuando conoció a muchos de los que luego serían sus personajes: gente con deformidades condenada, en aquellos tiempos, a ganarse la vida como «monstruos» de feria o «fenómenos» de circo y por los que Tod Browning sentía una atracción y simpatía especiales.

Su versión de Drácula (Bela Lugosi), fue su mayor éxito comercial y es hoy día una de las variantes del vampiro de obligada visión para todos los amantes del género del terror y para los cinéfilos en general.

 

 

Su obra más conocida es, sin duda, Freaks. Trás su éxito con Drácula, su amigo el actor enano Harry Earles le sugirió la idea de adaptar un relato de Tod Robbins: Spurs (Espuelas), en donde se narra como la hermosa trapecista de un circo se casa con un enano (Harry Earles) planeando matarlo después y heredar su dinero y como este, al enterarse, planea la terrible venganza ayudado por la mujer barbuda, las hermanas siamesas, el hombre tronco y todos los «fenómenos» del circo. La película fue un fracaso en su momento. No gustó ni a los productores ni al público y fue retirada de los circuitos de distribución (en muchos países estuvo prohibida). No volvió a saberse nada de ella hasta los años 60 cuando se distribuyó en Europa y se convirtió en un clásico de culto. Interpretada por personas con deformidades reales, no se utilizaron efectos especiales de caracterización excepto en una escena al final de la película.

 

 

The Devil-Doll es otra de sus películas más interesantes. Su argumento es el siguiente: Paul (Lionel Barrymore) es un banquero que, víctima de sus socios y de dos banqueros, acaba en la cárcel de la que huirá junto a su compañero de celda, Marcel (Henry B. Walthall) y en cuya casa se refugiará. Allí descubre que Marcel y su esposa tienen una fórmula para reducir la talla a los seres humanos. Muerto Marcel, Paul se disfraza de anciana y bajo el nombre de Madame Manderlip, abre una tienda de venta de muñecos. Se sirve de la fórmula de reducción de tamaño para vengarse de aquellos que le llevaron a prisión.

No se puede decir que las películas de Tod Browning (al menos las que yo he podido ver) sean obras maestras: Sus guiones carecen de estructura, los argumentos son pobres, los personajes son planos y la interpretación (cuando se trata de actores aficionados) deja bastante que desear. Lo que hace que la obra de Tod Browning sea de obligada visión es su forma particular y única de ver el mundo, su mirada sobre la «normalidad» y la «anormalidad», su simpatía por la monstruosidad.

 

Ven Y Mira (Masacre)


Título original: Idi i Smotri / Año: 1985 / País: Unión Soviética / Duración: 142 min / Director: Elem Klimov / Guión: Ales Adamovich y Elem Klimov / Fotografía: Alexei Rodionov / Música: Oleg Yanchenko / Reparto: Alexei Kravchenko, Olga Mironova, Liubomiras Laucevicius, Vladas Bagdonas, Victor Lorents… / Sinopsis: Florya es un adolescente en la Bielorrusia de 1943, en plena Segunda Guerra Mundial, que se une a los partisanos soviéticos para luchar contra los nazis. Florya inicia así un espeluznante viaje a través del horror y la desolación.

 

 

 

Florya (Alexei Kavchenko) es un adolescente en la Bielorrusia de 1943, quiere ser guerrillero y luchar contra los nazis que han invadido su país. Cuando «Ven y Mira (Masacre)» empieza, Florya se halla en las afueras de su aldea buscando, entre los cadáveres de las víctimas de un bombardeo aéreo, un fusil que le permita unirse a los partisanos que operan en la zona. Consigue su arma y se marcha con los guerrilleros con la alegría del niño que se va de vacaciones a un campamento de verano. Pero la guerra no es una fiesta y la película se convierte en un paseo a través del horror, la desolación y la muerte. En los tres o cuatro días que dura la narración, el niño, horrorizado por lo que se ha visto obligado a contemplar, acabará convertido en un viejo.

«Ven y mira (Masacre)» es una de las mejores películas de la historia del cine. Con guión de Ales Adamovich y Elem Klímov y dirigida por este último, el film no es conocido por el gran público pero sí por muchos guionistas y directores que lo han tomado como referencia a la hora de trabajar en películas bélicas. Habría que preguntarle a Quentin Tarantino, pero yo aseguraría que la secuencia del inicio de Inglorious Basterds en la cabaña es un homenaje a «Ven y Mira»: El decorado, la luz, el juego de cámara de la producción norteamericana es igual a una de las escenas iniciales de la película soviética (aquella en que se nos presenta a la madre y hermanas del protagonista y la cabaña en la que viven).

 

 

Una de las razones por las que «Ven y Mira» es una gran película reside en el tratamiento que se hace del antagonista de la historia: se le muestra muy poco a poco, con una gran dosificación. En este caso se trata de los nazis pero este recurso dramático se puede aplicar, igualmente, al monstruo de un guión de terror o a cualquier villano cinematográfico que se desee que inspire auténtico miedo al espectador: Durante el primer y segundo acto no logramos ver claramente ni a un sólo nazi, sólo sabemos que están ahí porque observamos el resultado de sus obras: los cráteres que han dejado sus bombas, los cazas alemanes sobrevolando el cielo, paracaidistas que descienden a lo lejos, las botas de un soldado alemán que pasa muy cerca de donde está escondido Florya… Y así a lo largo de casi toda la película. Los nazis parecen ser un fantasma sin rostro, al que nunca se ve pero que parece estar en todas partes. Sólo se sabe de él cuando dispara, mata, bombardea… nunca lo vemos y parece omnipresente.

 

 

Hasta que llega el tercer acto. El punto de giro que nos hace pasar del segundo al tercer bloque es ese: llegan los nazis y ahora sí que los vemos, ¡vaya si los vemos!

Otra de las razones por las que «Ven y Mira» es una obra maestra: la manera en que Klímov sabe provocar angustia y horror en el espectador sin recurrir a mostrar demasiada violencia, sangre o cadáveres destrozados en la pantalla. En el tercer acto, terrible, utiliza la técnica del fuera de campo haciendo que lo importante de la escena suceda en un lugar distinto al que la cámara nos enseña. Esto, habitualmente, sirve para aumentar el interés del espectador y hacerle desear ver lo que sucede. En Ven y Mira, en cambio, te imaginas lo que está pasando fuera de campo y no tienes ninguna gana de que la cámara te lo muestre, TEMES que lo haga. El horror es más terrible porque te lo imaginas. Y la imaginación es más poderosa que cualquier escena explícita.

Si consigues aguantar entero el angustioso tercer acto, te sugiero que dejes pasar unos días y vuelvas a ver la película distanciándote de ella emocionalmente. Entonces podrás apreciar la belleza estética de «Ven y Mira», de sus planos secuencia en los que la cámara no deja de moverse ni un momento y ni siquiera lo notas por lo integrado que está su movimiento con la acción, en la coreografía perfecta de actores y cámara en las escenas de masas, en la poesía que Elem Klímov supo extraer de la luz, el sonido, los cuerpos en movimiento…

 

Solo Ante El Peligro


Título original: High Noon / Año: 1952 / País: Estados Unidos / Duración: 85 min / Director: Fred Zinnemann / Guión: Carl Foreman basado en el relato The Tin Star de John W Cunningham / Fotografía: Floyd Crosby / Música: Dimitri Tiomkin / Reparto: Gary Cooper, Grace Kelly, Lloyd Bridges, Thomas Mitchell, Katy Jurado… / Sinopsis: Will Kane, sheriff de un pequeño pueblo, se acaba de casar y renuncia a su cargo para vivir pacíficamente con su esposa. Llega la noticia de que un criminal, al que el sheriff Kane había encarcelado años atrás, llegará al pueblo en el tren de las 12.00 para vengarse.

 

 

Siempre me han gustado esos guiones supuestamente simples, en los que parece haber poco lugar para las sorpresas, precisamente por esa aparente sencillez.

Por ese motivo Solo Ante El Peligro es una de mis películas favoritas. En ella hay poco misterio: Cuando empieza la historia nos presentan a los sicarios de Frank Miller, el villano, avanzando amenazadores hacia una ciudad tranquila en la que sus habitantes parecen vivir en armonía. Se está celebrando una boda: la del sheriff Will Kane.

Y ya tenemos al héroe del relato: este sheriff que, nada más casarse, renuncia a su estrella para irse a disfrutar de una vida tranquila con su esposa. Alguien anuncia que Frank Miller acaba de salir de la cárcel y que sus secuaces han llegado a la ciudad para esperarlo. Frank Miller llegará en el tren de las doce del mediodía y viene a matar al ya ex-sheriff Will Kane, que lo envió a la cárcel hace 5 años.

Son las 10.35 de la mañana en esa pacífica ciudad, han pasado 5 minutos de película y ya nos han contado el final. Porque, a partir de aquí, sucede lo que ya nos han anunciado (sobre todo en el título de la versión española, Solo Ante el Peligro): Habrá un enfrentamiento final y Will Kane va a pasarse todo el relato buscando una ayuda que le será negada, por lo que tendrá que encarar solo el peligro. No pasa nada más. Y, sin embargo, el guionista Carl Foreman capta nuestro interés en el primer minuto de la historia y lo va acrecentando a lo largo de esta, haciéndonos esperar impacientes ese enfrentamiento ya previsto.

 

 

No es nada sencillo redactar un guión sin grandes sorpresas, sin efectos teatrales ni golpes de efecto y conseguir que este sea emocionante. Escribir cosas así es muy difícil. Por eso hablaba antes de la aparente -repito: aparente, que no real- sencillez de ciertos excelentes guiones.

Solo Ante El Peligro es un western de segunda generación y, como tal, sus personajes van abandonando el caracter arquetípico de los de la primera generación. Se van haciendo ambigüos, problemáticos, llenos de incertidumbre… Dejan de ser modelos míticos para convertirse en individuos que intentan sobrevivir.

El tema del guión es, más que el enfrentamiento entre protagonista y antagonista, el temor y la cobardía de toda una comunidad. El miedo que les hace rehuir al amigo en peligro e inventarse falsas excusas para no avergonzarse de sí mismos.

Posiblemente, Solo Ante el Peligro sea el primer western que enlaza su argumento y sus personajes con la realidad del momento en que fue escrito. Porque la situación que narra es creíble en el siglo XIX y en todas la épocas, cierto, pero estaba sucediendo cuando se elaboró el guión: Me refiero a la famosa «caza de brujas» llevada a cabo por el famoso Comité de Actividades Antiamericanas a finales de los 40 y principios de los 50, de la que fueron víctimas tantos artistas de Hollywood, incluído Carl Foreman: El guionista fue acusado de militancia comunista ante dicho Comité y se salvó gracias a la declaración que hizo a su favor el actor Gary Cooper.

En una entrevista concedida en 1958 a Penelope Houston y Kenneth Cavander para Sight and Sound, Carl Foreman declara que este guión es un estudio sobre el miedo, sobre cómo este afecta más a toda una sociedad que a un individuo y que, cuando lo escribía, tenía en mente la atmósfera política de la época en que lo hizo y sus propias experiencias durante la misma.

Los que desprecian el western como género porque consideran que sus historias son infantiles, superficiales y sus personajes demasiado planos, quizá deberían plantearse si no es su forma de ver dichas películas la que resulta infantil, superficial y plana.