Tod Browning, el Cineasta de la Monstruosidad
6 enero, 2011 Deja un comentario
Atraído por lo extraño, lo monstruoso y peculiar, por lo que la sociedad contempla desde lejos con morbo y aprensión, Tod Browning nos dejó una serie de obras que más allá de los gustos personales (a unos les fascinarán y a otros les provocarán rechazo) son, como mínimo, dignas de verse y tenerse en cuenta: The Unknown (Garras Humanas, 1927); Drácula (1931); Freaks (La Parada de los Monstruos, 1932); Mark of the Vampire (La Marca del Vampiro, 1935); The Devil-Doll (Muñecos Infernales, 1936); Miracles for Sale (1939), etc. son los títulos de algunos de sus films.
Nacido en 1882 en Louisville, Kentuky, USA ; Tod Browning se fugó de su casa a los 16 años siguiendo a la bailarina de un circo, de la que se había enamorado. Esto le llevó a trabajar como payaso, contorsionista, mago, como cadáver viviente en un número de enterramiento en directo… Sin duda fue entonces cuando conoció a muchos de los que luego serían sus personajes: gente con deformidades condenada, en aquellos tiempos, a ganarse la vida como «monstruos» de feria o «fenómenos» de circo y por los que Tod Browning sentía una atracción y simpatía especiales.
Su versión de Drácula (Bela Lugosi), fue su mayor éxito comercial y es hoy día una de las variantes del vampiro de obligada visión para todos los amantes del género del terror y para los cinéfilos en general.
Su obra más conocida es, sin duda, Freaks. Trás su éxito con Drácula, su amigo el actor enano Harry Earles le sugirió la idea de adaptar un relato de Tod Robbins: Spurs (Espuelas), en donde se narra como la hermosa trapecista de un circo se casa con un enano (Harry Earles) planeando matarlo después y heredar su dinero y como este, al enterarse, planea la terrible venganza ayudado por la mujer barbuda, las hermanas siamesas, el hombre tronco y todos los «fenómenos» del circo. La película fue un fracaso en su momento. No gustó ni a los productores ni al público y fue retirada de los circuitos de distribución (en muchos países estuvo prohibida). No volvió a saberse nada de ella hasta los años 60 cuando se distribuyó en Europa y se convirtió en un clásico de culto. Interpretada por personas con deformidades reales, no se utilizaron efectos especiales de caracterización excepto en una escena al final de la película.
The Devil-Doll es otra de sus películas más interesantes. Su argumento es el siguiente: Paul (Lionel Barrymore) es un banquero que, víctima de sus socios y de dos banqueros, acaba en la cárcel de la que huirá junto a su compañero de celda, Marcel (Henry B. Walthall) y en cuya casa se refugiará. Allí descubre que Marcel y su esposa tienen una fórmula para reducir la talla a los seres humanos. Muerto Marcel, Paul se disfraza de anciana y bajo el nombre de Madame Manderlip, abre una tienda de venta de muñecos. Se sirve de la fórmula de reducción de tamaño para vengarse de aquellos que le llevaron a prisión.
No se puede decir que las películas de Tod Browning (al menos las que yo he podido ver) sean obras maestras: Sus guiones carecen de estructura, los argumentos son pobres, los personajes son planos y la interpretación (cuando se trata de actores aficionados) deja bastante que desear. Lo que hace que la obra de Tod Browning sea de obligada visión es su forma particular y única de ver el mundo, su mirada sobre la «normalidad» y la «anormalidad», su simpatía por la monstruosidad.