Avaricia


Título original: Greed/ Año: 1924 / País: Estados Unidos/ Duración: 140 min/ Director: Erich von Stroheim/ Guión: Erich von Stroheim / Fotografía: William Daniels & Ben Reynolds Reparto: Zasu Pitts, Gibson Gowland, Jean Hersholt, Dale Fuller, Tempe Pigott, Sylvia Ashton, Chester Conklin, Joan Standing …/ Sinopsis: McTeage trabaja en una mina de oro en California, pero el maior deseo de su madre es que aprenda una profesión, por lo que en cuanto tiene la oportunidade envía a su hijo con un dentista para que adquiera los conocimientos necesarios de la profesión. Años más tarde consigue montar una consulta en San Francisco, y es ahí cuando por primeira vez siente deseos de satisfacer a una mujer al ver a una nueva paciente a la que tratará durante dos semanas. Tras confesarle a su amigo Marcus la atracción que siente por su prima, Trina, este decide llevar a McTeage a Oakland para que se conozcan mejor. Comienza así su romance, pero a Trina le toca lotería y su obsesión enfermiza por ahorrar llevará a la decadencia de McTeage y de su relación.

Cineasta, guionista y actor, Stroheim tuvo la suerte de formarse bajo la sombra de David Wark Griffith, el padre del cine moderno. Desde muy temprano, Stroheim fue seducido por la industria del cine que emergía en Estados Unidos a un ritmo vertiginoso, así las exploraciones de la construcción del relato que se llevaran a cabo anteriormente, entre ellas las de Griffith, fueron el detonante del inicio de su carrera como cineasta. En 1919 dirigió su primer film “Corazón olvidado”, pero tras finalizar “Esposas frívolas”, comenzaron sus problemas. Este film estaba pensado para ser exhibido en dos partes, pero el director de producción Irving Thalberg, le obligó a cortarla por la mitad y durante el rodaje de “Los amores de un príncipe”, Stroheim fue despedido, convirtiéndose en el primer director despedido da historia.

A pesar del despido, trabajó para la Goldwyn, quien le produjo “Avaricia” en 1923. Basada en “McTeage”, a novela de Frank Norris, Stroheim se planteó este film como una obra monumental, pero durante el inmenso rodaje, que duró más de 9 meses, más otros 6 de montaje, la Goldwyn se unió con la Metro Corporation, y el jefe que le había amargado tanto en  Metro, Irving Thalberg, volvió a sabotearle de nuevo otro film. “Avaricia” se vio reducida de cuarenta y siete rollos a cuarenta y dos, pero esto no fue suficiente para Irving que de nuevo metió la tijera y la recortó hasta dejarla en veinticuatro rollos. Con el consentimiento del director, Rex Ingram, dejó la cinta en dieciocho, y posteriormente a las espaldas de Stroheim y con la supervisión de Irving, el montador June Mathis rebajó el film a dieciséis, que una vez más sería mutilada hasta quedarse en diez rollos. Se comprueba así que el afán de entretenimiento y espectáculo de los estudios, creando películas para vender más que de calidad, no es de ahora. No es de extrañar que Erich von Stroheim jamás quisiese ver el resultado de la mutilación de su obra.

Las películas de Stroheim se distinguen por ofrecer distintos retratos de la condición humana en su estado más decadente y perverso, pero no yéndose a lo fantástico, sino que están dotadas de un realismo inquietante. Esto sin duda caracteriza a “Avaricia”, un retrato crudo de la vida cotidiana de la burguesía norteamericana de la época, obsesionada hasta extremos nauseabundos por el dinero, uno de los retratos más devastadores de la condición humana. Pero el valor de esta gran obra no radica en este aspecto de denuncia, sino en la evolución de la decadencia de los personajes, en cómo sus aspiraciones y objetivos se van destruyendo hasta convertir su vida en el mismo inferno, y por otra banda alcanza un gran éxito gracias a la narrativa del relato, lleno de metáforas sensacionales y cargado de simbolismo.

La avaricia es un deseo incontrolable de placeres y posesiones, un deseo que traspasa los límites muchas veces de lo lícito, un pecado capital que en todas las sociedades y en todas las épocas fue demostrado como un vicio. La codicia, el afán excesivo de riquezas, lleva en muchos casos a la traición deliberada, la búsqueda y acumulación de dinero u objetos induce a los engaños, a la violencia, al robo, todas ellas acciones inspiradas por la avaricia. Este tercero pecado capital es lo que lleva a los protagonistas del film de Stroheim hacia la ruina y al fin de sus días.

Al inicio aparecen representados, el optimismo, los deseos y aspiraciones de los personajes, no es hasta que se cierra el círculo entre Trina, McTeage y Marcus, cuando aparece el conflicto del dinero, y desaparecen todos los buenos sentimientos para que cada uno de ellos saque a la luz su monstruo interior y lo peor de la naturaleza humana. La pasión enfermiza por las riquezas de Trina desplaza otros sentimientos como el amor que había surgido entre ella y McTeage, negándose a darle a su marido cinco centavos para el autobús cuando él está en busca de trabajo, hasta llega al punto de desplazar las necesidades fisiológicas, cuando teniendo dinero para vivir  en buenas condiciones, comen carne podrida que no vale ni para los perros. El film non es una crítica del capitalismo, sino que está centrado en un sentido más antropológico, la obsesión  por el dinero destroza muchas relaciones, tanto con los demás como con uno mismo.

Por otra banda aparecen representadas todas las consecuencias que tiene el ser avaro. Todos los engaños de Trina a McTeage, fingiendo no tener dinero y escondiendo los de la lotería, la violencia de McTeage desencadenada por la pasión enfermiza de ahorrar de su mujer, que le lleva a reclamarle su dinero  y que culminará con los malos tratos y finalmente con el asesinato de ella, así como con el robo de la fortuna.

Además del dinero, podemos encontrar otro aspecto material, el de la mujer como objeto. Marcus pretendía que Trina fuese para él, pero cuando McTeage le confiesa sus sentimientos por ella, “Marcus se la cedió”. McTeage siente una desesperada necesidad de posesión de esa mujer desde el principio y no va parar hasta que por fin la consiga, es un deseo incontrolable. Algo que contrasta con los sentimientos de Trina, ya que en la noche de bodas siente un miedo atroz porque sabe que tendrá que cumplir sus funciones coma esposa, pero trata de retrasar ese momento lo máximo posible.

En el cine, llevar a cabo una buena metáfora es realmente complicado, algo que tan sólo los mejores cineastas de la historia del cine pudieron conseguir, y Stroheim es uno de ellos. No se podría hablar de “Avaricia” sin hacer referencia a las espectaculares metáforas, símiles y símbolos que Stroheim consigue crear.

La relación entre McTeage y los pájaros abre y cierra la obra, se establece ya desde el principio, cuando trabaja en la mina de oro y encuentra un pequeño pájaro que le fascina. Sin duda en este momento es un símbolo de esa necesidad del protagonista de tener una compañera a su lado. A medida que avanza el film, el símbolo del pájaro va evolucionando y adquiriendo nuevos significados. El regalo de boda de McTeage para Trina son dos pájaros que representan a cada uno de ellos, pero que a su vez reflejarán la situación de la pareja, desde su enamoramiento y respeto mutuo inicial, cuando aparece la imagen de los pájaros juntos apoyados uno en el otro, hasta las numerosas peleas, representadas con los picotazos de las aves. En estos momentos es donde entra en escena un gato que vigila continuamente a los pájaros enjaulados, y a través de un fundido de una elegancia magistral, Stroheim revela quien se encuentra detrás del felino, que no es otro que Marcus. Cuando el gato se abalanza sobre la jaula de los pájaros, el espectador sabe que algo malo va a ocurrir, es un símbolo de mal augurio, y efectivamente se comprueba cuando le retiran a McTeage la posibilidad de seguir ejerciendo como dentista por no poseer el título, sobra decir quién está detrás de todo esto. Tras el asesinato de Trina, sólo queda un pájaro que representa la soledad de McTeage, y cuando está a punto de morir en el desierto y libera al pájaro es como si fuese la liberación de su alma, algo de lo que el protagonista se da cuenta demasiado tarde, sólo le queda la muerte como alivio de su tragedia.

Otras de las magníficas metáforas del film, es la secuencia de la boda en la que, mientras la ceremonia se celebra en la casa, un entierro recorre las calles. Este contraste indica al espectador que esa unión entre los protagonistas no tendrá otro desenlace que no sea el de una tragedia atroz.

Y por supuesto la gran metáfora final con la que se nos da una lección que ya tendría que estar más que aprendida, en el desierto con la muerte del protagonista cerca, una de las últimas imágenes que contemplarán sus ojos y los del espectador es la de la bolsa de los 5.000 dólares con los que escapó está rota, cuantas veces no se ha dicho que “la avaricia rompe el saco”.

Sin duda uno de los logros más destacables de “Avaricia” es la inclusión de un western e un film que para nada tiene relación con ese género, con las secuencias finales del Valle de la Muerte, Stroheim es capaz de recrear una persecución típica de los westerns americanos, algo que requirió mucho esfuerzo debido a las numerosas dificultades con las que se encontraron a la hora de rodarlas, como por ejemplo el rondar temperaturas de 60 grados centígrados.

De este modo, Erich von Stroheim realizaba así una irónica y trágica película, una de las leyendas del cine mudo, que al mismo tiempo que destaca por su belleza también lo hace por su atrocidad. Un film que nos enseña una gran lección y que nos recuerda que “no hay nadie peor que el avaro consigo mismo, y ese es el justo pago de su maldad”.

Asesinato en el Orient Express


Título original: Murder on the Orient Express / Año: 1974 / País: Reino Unido / Duración: 128 min / Director: Sidney Lumet / Guión: Paul Dehn, sobre la novela de Agatha Christie / Fotografía: Geoffrey Unsworth / Música: Richard Rodney Bennett / Reparto: Albert Finney, Lauren Bacall, Ingrid Bergman, Sean Connery, Jacqueline Bisset, Michael York, Anthony Perkins, Vanessa Redgrave, Martin Balsam, Wendy Hiller, Rachel Roberts, Jean Pierre Cassel, Colin Blakely, John Gielgud, Richard Widmark/ Sinopsis: Basada en una de las más conocidas novelas de Agatha Christie, narra la historia de un asesinato ocurrido durante un viaje en el legendario tren Orient Express. El famoso detective belga Hercule Poirot investiga para desenmascarar al asesino de entre los ilustres pasajeros.

Atención: Este análisis contiene spoilers

Agatha Christie es considerada una de las escritoras más populares gracias a sus relatos de misterio. Su obra es bastante extensa y el cine pronto se fijó en ella para mostrar en pantalla buenas historias de suspense. Tras algunas adaptaciones, como la de Diez Negritos en 1945, Testigo de Cargo, de la mano de Billy Wilder en 1957 y algunas historias de la señorita Marple, encarnada por Margaret Rutherford en los 60, los productores John Brabourne y Richard B. Goodwin pusieron de moda a la escritora a mediados de los 70 con una serie de adaptaciones de su obra que tuvieron en los repartos de las mismas uno de sus mayores atractivos.

La primera novela que decidieron adaptar fue Asesinato en el Orient Express y contaron con la dirección del experimentado Sidney Lumet, el cual el año anterior había logrado un gran éxito gracias a Serpico con Al Pacino. Además, siguiendo la moda de las películas de catástrofes de aquella década, como El coloso en llamas (John Guillermin, Irwin Allen, 1974) o Aeropuerto (George Seaton, 1970), eligieron para interpretar a los más de 15 personajes de la novela a una selección de actores de primera, que incluía a lo mejor del nuevo y el viejo Hollywood. De todo el reparto, donde se puede ver a Anthony Perkins, Sean Connery o Vanessa Redgrave entre otros, habría que destacar el trabajo de Albert Finney como el inspector Hercule Poirot y el de Ingrid Bergman como Greta que le valió su tercer Oscar, en esta ocasión como actriz secundaria. Hay que señalar que es una película recomendable para ver en versión original para apreciar lo logrado que están los acentos de gran parte de los actores, ya que interpretan a personajes de diversas nacionalidades.

La historia se centra en un crimen perpetrado en el famoso tren del título. Anteriormente al espectador se le muestra, a base de secuencias de cine mudo, unos sucesos ocurridos en América donde se menciona el secuestro y asesinato de una niña. La película muestra cómo el azar hace que los planes haya que modificarlos sobre la marcha ya que el detective belga Hercule Poirot, se convierte en un viajero de última hora. El hombre asesinado, encarnado por Richard Widmark, es encontrado en su cama apuñalado doce veces y Poirot se encarga de la investigación con la ayuda de un médico y un amigo, dueño de la compañía del tren. Los interrogatorios tienen su lado cómico, ya que, cada vez que finalizaban y el interrogado se marchaba, el amigo de Poirot decía “Ha sido él”. La investigación cobra otro sentido cuando se averigua que el muerto fue el responsable del suceso que se refiere al comienzo de la película y que causó la muerte, no sólo de la niña secuestrada, sino también la de sus padres y la de una criada a la que se acusó de complicidad. Pues bien, gracias la sagacidad de Poirot se llega a saber que todos los pasajeros del tren tenían relación con las víctimas de los sucesos ocurridos en América y por ello Poirot decide contar otra versión a las autoridades quedando así todos los implicados libres de culpa.

La película es una adaptación muy fiel de la historia ideada por Agatha Christie y para el que la haya leído no es ninguna sorpresa ni el desarrollo de los acontecimientos ni el final pero para aquel espectador que no tenga conocimiento de esta novela, será una grata experiencia. Curiosamente ésta es una película que gana bastante si se ve por segunda o por tercera vez, ya que durante el metraje hay una serie de detalles que una vez que se conoce el final se captan con facilidad y el espectador puede ir haciendo el puzzle mental de cómo el crimen fue cometido y cómo se gestó su plan para llevarlo a cabo y , sobre todo la trama que idean los pasajeros para despistar al detective y a las autoridades, que incluía a un misterioso personaje con una bata y un traje al que le falta un botón.

Una de las mejores secuencias de la película es aquella en la que se muestra cómo se realizó el asesinato: Una vez que la víctima se queda dormida por un somnífero cada personaje entra y le clava el puñal. Este hecho siempre es precedido por una especie de juramento donde queda cada vez más claro, la relación de los implicados y por qué deciden asesinar a ese hombre. Por ejemplo, Lauren Bacall, interpreta a la madre y a la abuela de la mujer y la niña que murieron en América y, antes de clavar el puñal dice: “Por mi hija y por mi nieta”. Esto se repite con todos. Otra secuencia destacable es la final en la que Poirot explica sus conclusiones y va desvelando las verdaderas identidades de todos los pasajeros, con todos ellos reunidos en un vagón del tren. Es curioso el hecho de que haya doce culpables y se mencione que parecen un jurado que se han tomado la justicia por su mano ya que esto enlaza con otra de las obras maestras dirigidas por Lumet Doce hombres sin piedad (1957) donde un jurado intenta determinar la culpabilidad de un hombre.

El éxito de esta película hizo que Brabourne y Goodwin se animaran a adaptar otras historias de Christie protagonizadas por Poirot como Muerte en el Nilo (John Guillermin, 1978), o Muerte bajo el sol (Guy Hamilton, 1982), aunque en estas ocasiones el detective fue interpretado por Peter Ustinov, y El espejo roto (Guy Hamilton, 1980), una historia de la señorita Marple, interpretada por Angela Lansbury, un claro precedente de la Jessica Fletcher que interpretaría en la famosa serie Se ha escrito un crimen.

Todo lo dicho es suficiente para disfrutar de una buena dosis de suspense y un reparto impresionante, además de descubrir a una de las mejores autoras de novela negra, Agatha Christie.

NOTA:


Ahora los padres son ellos


Título original: Meet the Parents: Little Fockers / Año: 2010 / País: Estados Unidos / Duración: 96 min / Director: Paul Weitz / Guión: John Hamburg, Larry Stuckey / Fotografía: Remi Adefarasin / Música: Stephen Trask / Reparto: Robert de Niro, Ben Stiller, Owen Wilson, Blythe Danner, Teri Polo, Jessica Alba, Harvey Keitel, Laura Dern, Dustin Hoffman, Barbra Streisand… / Sinopsis: El patriarca de la familia Jack Byrnes quiere nombrar a un sucesor. ¿Tiene su yerno, el «enfermero» Greg Focker, lo que se necesita?

Hace dos décadas, buena parte del reparto de Ahora los padres son ellos (2010) habría sido el principal reclamo para un intenso thriller político, o un sólido drama al estilo de La decisión de Sophie (1982) o así: Robert de Niro, Dustin Hoffman, Barbra Streisand, Harvey Keitel, Laura Dern… Y entre ese elenco estelar estarían Ben stiller, Owen Wilson y sobre todo Jessica Alba; actores de menor renombre pero que quieren cambiar de registro, o lanzarse a nuevos desafíos… Pero la gente se hace mayor y hay que asegurar ingresos, aunque sea a costa de encasillarse en papeles anodinos. Al fin y al cabo se trata de rodajes que no requieren grandes esfuerzos (sobre todo a intérpretes como ellos), se hacen cerca de casa y proporcionan ingresos fáciles. No seré yo quien les eche en cara ser prácticos y mirar por su futuro más allá de la pantalla. Sigourney Weaver, por ejemplo, se ha hecho un capitalito nada desdeñable gracias a la inacabable saga Alien (1979, 1986, 1992, 1997), de la que acabado siendo co-productora; y ahora se permite el lujo de rodar lo que le da la gana, incluso producir pequeños experimentos independientes.

Robert de Niro ha encontrado su Alien personal en el personaje de Jack Byrnes, el ex-agente de la CIA que aplica métodos de contraespionaje para conocer las verdaderas intenciones de sus futuros yernos, en especial de Gaylord Focker (en España, para no echar a perder el chiste fonético, se llama Follen). Los padres de ella (2000) elevaba a la enésima potencia los tópicos sobre ambas figuras, explotando hábilmente el lado cómico de la situación: la desconfianza, el deseo de agradar, el suegro pasando al yerno por el detector de mentiras, el yerno metiendo la pata con consecuencias espectacularmente incrementales… En la secuela —Los padres de él (2004)– el dúo Hoffmann/Streisand establecía el contrapunto en forma de consuegros desinhibidos, informales… y judíos. Se echan de menos los elaborados gags de la primera parte, pero alguno hay, especialmente hacia el final.

Ahora llega el momento de rematar la tríada, y qué mejor manera de hacerlo que metiendo a todos juntos en un enredo en el que cabe todo: infidelidades irreales –con una Jessica Alba más pedorra que nunca–, Byrnes metiendo las narices en la vida de su yerno. De los gags visuales de sus predecesoras no queda ni rastro, tan sólo un encadenamiento de situaciones que deben hacer gracia como sea, incluso pasando de rosca la película. Ninguna de las posibles historias se concreta, todo son pequeños malentendidos y escenas con diálogos interminables que enfrentan a los diferentes protagonistas.

Película previsible donde las haya que en determinados momentos roza el landismo en versión Hollywood: ese falso tonteo con el humor sexual sabiendo que no se pasará de determinados tópicos verbales y visuales.

NOTA:

Al final de la escapada


Título original: À bout de souffle / Año: 1960/ País: Francia / Duración: 77 min / Director: Jean-Luc Godard/ Guión: Jean-Luc Gordad con la colaboración de François Truffaut / Fotografía: Raoul Coutard / Música: Martial Solal / Reparto: Jean-Paul Belmondo, Jean Seberg, Daniel Boulanger, Jean-Pierre Melville, Van Doude, Henri-Jacques Huet, Claude Mansard, Jean-Luc Godard, Richard Balducci, Roger Hanin, Jean-Louis Richard/ Sinopsis:Michel es un ladrón que tras robar un coche, emprende un viaje a París para saldar unas cuentas pendientes con su amiga Patricia, de la que está enamorado. Ella está dispuesto a ayudarlo económicamente, pero desconoce que es buscado por asesinato. Mientras Michel trata de recuperar su dinero y se oculta de la policía, vive un intenso romance con Patricia. No obstante, la búsqueda policial va cerrando más el círculo y reduciendo sus opciones de fuga. Todo se complica cuando la propia Patricia lo denuncia.

Con su estilo innovador y un montaje nunca visto hasta el momento, Godard se convirtió en uno de los creadores del nuevo movimiento revolucionario que asoló en los años 50 el mundo del cine, la denominada Nouvelle Vague.

Este movimiento reaccionó contra las estructuras que el cine francés imponía hasta ese momento y los cineastas de esta nueva generación postularon como máxima aspiración, tanto la  libertad de expresión como la libertad técnica en el  campo de la producción fílmica.

Al final de la escapada” representa esa ruptura con todo lo anterior, con lo tradicional, a través de diálogos ingeniosos a la vez que vulgares, con un montaje dinámico, sorprendente a la vez que confuso, incoherente a la vez que lógico, se crea una nueva forma de hacer cine.

El ladrón se representa con la figura del hombre chulo y pícaro  que es  Michel Poiccard, acompañado de su inseparable gorro, gafas oscuras que disfrazan sus mentiras y esconden a un hombre sensible de dura coraza, en sus labios una fuente de nicotina inagotable, y ese gesto tributo a uno de los grandes del cine, Humphrey Bogart.

Su compañera, una mujer enamoradiza, con toda la vida por delante que a la vez que sabe lo que quiere sabe y lo que no, sentimental y a la vez centrada, siempre arreglada en su justa medida, y sin duda una mujer muy inteligente que sabe jugar sus cartas.

Los diálogos entre estos pintorescos personajes son unos diálogos curiosos, espontáneos, en ocasiones sin sentido, pero legibles. Sus conversaciones, nunca aburridas, contribuyen a darle una fuerza especial al film que crea un sensación de improvisación y espontaneidad, que de otro modo no tendría.

Otro elemento fundamental con el que la película adquiere esa fuerza es el montaje. La  combinación de secuencias muy rápidas con otras más lentas le da un dinamismo que hace que el film avance muy rápido. Las elipsis y los saltos de eje son otros de los elementos que caracterizan este montaje tan peculiar.

Por ejemplo, hay que destacar en estas elipsis y en el montaje de planos rápidos la secuencia del coche cuando la cámara enfoca la nuca de la protagonista y el paisaje cambia a un ritmo demasiado acelerado y atropellado.

Algo que caracteriza a esta película son los pequeños homenajes que se le hacen a todas las artes. Encontramos en ella desde el ya mencionado tributo al actor Humphrey Bogart, con la repetición de su gesto identificativo de recorrer con el pulgar los labios, hasta una referencia literaria a William Shakespeare cuando el personaje de Patricia sueña con dar con su Romeo particular.

Estos tributos que hacen referencia a las distintas artes son muestra de la idea de la Nouvelle Vague de la fusión total de la literatura y del cine.

A menudo el género policíaco está ligado al cine negro, al igual que sucede en esta película, en donde Patricia asume el rol de femme fatale, una mujer que juega bien su baza, sabe que hilos mover y no le importa besarse con cualquiera para conseguir sus propósitos.

El culmen de este papel es cuando toma la decisión de traicionar a Michel denunciándolo a la policía. Es en este momento cuando el personaje de Michel asume el rol de héroe que no huye a sabiendas de que la policía vendrá a por él.

Su muerte es uno de los momentos en los que claramente se puede comprobar lo rupturista del film, ya que ante su amada las palabras del moribundo no son “Te quiero”, sino que lo que pronuncia en su último aliento es “Eres realmente asquerosa”.

A la vez que estamos ante un film romántico también nos encontramos ante un drama policíaco, ella lo contempla más que con dolor por su pérdida con curiosidad, incluso con algo de desprecio.

En esta secuencia final, cuando Michel intenta escapar dando tumbos, la cámara refleja ese andar desviado que hace que el espectador sienta como se agotan las fuerzas, como se le agota la vida.

El final es un final abierto, con un primer plano de Jean Seberg  con la mirada fija a la cámara y con el gesto de Bogart, por un instante parece que algo cambia en su interior, parece captarse el pequeño instante en el que deja de ser una niña y en el que, tanto puede seguir os pasos de su amante y llevar esa vida de interés para obtener beneficios, como puede reaccionar y sentar la cabeza.

Su ritmo vertiginoso, sus cortes bruscos y inoportunos, su rodaje baratísimo, sus decorados inexistentes, su improvisación, sus planos abstractos y su montaje innovador hacen de “Al final de la escapada” una de las mejores obras cinematográficas de este movimiento francés que fue tan  incompresible para muchos.


American Psycho


Título original: American Psycho / Año: 2000 / País: Estados Unidos / Duración: 101 min / Director: Mary Harron / Guión: Mary Harron y Guinevere Turner basado en la novela de Bret Easton Ellis / Fotografía: Andrzej Sekula / Música: John Cale / Reparto: Christian Bale, Willem Dafoe, Jared Leto, Josh Lucas, Samantha Mathis, Matt Ross, Chloë Sevigny, Reese Witherspoon, Justin Theroux… / Sinopsis: En un mundo moralmente plano en el que la ropa tiene más sentido que la piel, Patrick Bateman es un espécimen casi perfecto que, como casi todos en su mundo, intenta encajar en su entorno. Cuanto más intenta ser como cualquier otro hombre adinerado de Wall Street, más anónimo se vuelve y menos control tiene sobre sus ideas y su insaciable sed de sangre, adentrándose en una vorágine en la que el alma humana es algo que debe ser acosado con cuchillos y hachas.

Ésta es una película que siempre me agrada ver y no precisamente por su componente terrorífico. Como film de terror es mediocre, pero como crítica social es fantástica. En ese sentido diría que me parece incluso una gran comedia, ya que “American psycho” me ha hecho reír (o al menos sonreír) mucho más que darme miedo. He de reconocer que no tuve ganas de seguir leyendo la novela de Bret Easton Ellis más allá del primer capítulo y que esta versión cinematográfica se me hace mucho más amena. Es curioso lo que salió de un proyecto formado por un guión basado en una obra polémica y difícil, realizado por una directora nada destacable e interpretado por unos actores o bien desconocidos (Bale) o venidos a menos (Dafoe). Tiene un ritmo ágil, muy ligero. Al principio esperas los toques terroríficos, pero luego va sumergiéndote en esa comedia satírica y extraña sin abandonar su atmósfera perturbadora en la que no se sabe qué esperar de un protagonista que parece ser un demente.

Ejemplo perfecto de esa mezcla es la impactante escena en la que todos los yuppies se enseñan sus tarjetas en esa especie de típico juego infantilmente masculino de “¿Quién la tiene más grande?”. La reacción del personaje de Bale es tan detalladamente obsesiva que llega a sorprender. Consigue ser incluso lírico en su demostración de admiración y envidia por la tarjeta de otro. Una escena enfermiza que define la película a la perfección en todos sus aspectos. La gran baza del film es la interpretación de Christian Bale, que desde entonces saltó a la fama (aunque llevaba en el mundillo desde muy pequeño –protagonizó “El imperio del sol” de Spielberg a los 13 años-). Desde entonces ha demostrado ser un actor de gran talento y versatilidad, con interpretaciones dignas de Oscar (hago mención especial a su papel en “El maquinista”). Pero creo que jamás ha estado tan bien encajado en un personaje como en el Patrick Bateman de “American Psycho”, que ha pasado a engordar la lista de psicópatas más famosos de la historia del cine.

Mary Harron dirige con buen pulso y contundencia. La ambientación está muy conseguida, apoyada por una banda sonora magnífica de temas imprescindibles de los ochenta (a veces la interpretación de Bale, sobre todo cuando baila, me recuerda por momentos al Phil Collins de «Sussudio», canción que también sale en la película). Es una crítica a una sociedad marcada por el consumo, la perfección, el individualismo, la moda, el poder banal… Por que los yuppies que se retratan en ésta película son eso, la crema de la banalidad. Individuos que viven hacia fuera y que al entrar en casa encuentran un vacío tan inmenso que cuesta digerirse con cordura. Y en ese punto es en el que ataca éste american psycho. Su confesión final es el colofón que ya nos adelanta con algunos guiños a lo largo del metraje, como en una de las escenas iniciales, mientras nos muestra su ritual higiénico y estético de cada mañana: “Aunque pueda ocultarte mi mirada fría, si me das la mano notarás que mi carne roza la tuya, e incluso quizá intuyas que es probable que tengamos estilos de vida parecidos, pero yo sencillamente no estoy”.

NOTA:

A Scanner Darkly


Título original: A Scanner Darkly / Año: 2006 / País: Estados Unidos / Duración: 100 min / Director: Richard Linklater / Guión: Richards Linklater, basado en la novela de Philip K. Dick / Fotografía: Shane F. Kelly / Música: Graham Reynolds / Reparto: Keanu Reeves, Winona Ryder, Robert Downey Jr, Woody Harrelson, Rory Cochrane… / Sinopsis: En el Condado de Orange, en California, en un futuro donde América ha perdido la batalla contra las drogas, un policía de incógnito recibe la orden de espiar a sus amigos.

Aviso de antemano que nadie se asuste ni emocione sobremanera porque “A scanner darkly” no es el pedante manifiesto filosófico que muchos comparan con “Waking Life” (que si está más cerca de serlo) ni tampoco es la gran obra maestra rompedora que otros exaltan. Si es cierto que contiene momentos discursivos que invitan a la reflexión, sin llegar a pasarse como ocurría en “Waking life”. Al igual que en esa anterior película de Linklater se vuelve a usar la técnica del rotoscopio, un recurso innovador que ha calado hondo en este director. En ésta, su utilización es más justificada ya que ayuda a retratar mejor y transmitir la sensación de manipulación psicotrópica en un filme donde la droga y sus efectos son elemento clave.

Richard Linklater es un director que puede llegar a ser muy interesante a veces o muy insulso en otras, según qué película le coja. Personalmente hay tres que destacaría sobre todas las demás: el díptico compuesto por “Antes del amanecer” y “Antes del atardecer” y su obra casi metafísica “Waking life”. Luego vemos en su filmografía una serie de títulos de pasatiempo, unos mejores que otros, como “Escuela de Rock” (criminal el doblaje español). Teniendo en cuenta eso podemos decir que en “A scanner darkly” nos encontramos con el mejor Linklater, el más profundo, el más minucioso y el más interesante.

En el reparto echo en falta a su actor fetiche, Ethan Hawke, otro de tantos grandes actores poco reconocidos por la industria hasta que bordan un personaje en alguna película hollywoodiense (en este caso “Training day”, por la que fue nominado al Oscar). Sin embargo, Keanu Reeves, actor maldito para la crítica, hace bastante bien su trabajo y ya van varios proyectos en los que se muestra convincente. Entre los secundarios la única que impone algo de cordura es Winona Ryder, cuyo personaje va de menos a más. El resto, en especial el “trío calavera” (Downey Jr, Harrelson y Cochrane), están muy sobreactuados en sus papeles de drogadictos.

Linklater se basa en un relato de Philip K. Dick para esta película, y consigue ser sorprendentemente fiel al texto original, a diferencia de la mayoría de adaptaciones. Dick es una fuente magnífica de historias de ciencia ficción que además suelen estar sujetas a un contenido ontológico que las hace potencialmente trascendentales además de entretenidas. Y es posible que esta sea la adaptación más fiel de Dick, aunque la más gloriosa sea precisamente la que menos respeta la novela original («Blade Runner»).

Dentro del argumento hay dos elementos importantes: el manifiesto sobre la droga y la trama policial. El primero funciona a la perfección, pero la intriga podría haberse elaborado más. Aunque, después de todo, puede que Linklater no fuese tan arriesgado y tuviese en el fondo un pequeño miedo a que “A scanner darkly” se convirtiera en una película demasiado complicada como ocurrió con “Waking life”, que miraba a la mayoría de los espectadores desde el púlpito. Lo cual no quiere decir que este sea un film raso, ni mucho menos, y la prueba está en que no conseguí encontrar ni una sala de cine que la proyectara en su día. Una pena comprobar que la sociedad de masas sigue sin estar preparada para ciertos manjares.

No obstante, hay que reverenciar la valentía de Linklater y las estrellas de su reparto al implicarse en un film como este. También el increíble esfuerzo que ha conllevado, teniendo en cuenta que todas las escenas están previamente rodadas convencionalmente para luego aplicar el rotoscopiado, que supone un trabajo ímprobo a la vez que lento de postproducción. La banda sonora es otro aspecto digno de mención, todo para conseguir la perfección audiovisual que necesitaba la historia de Dick. De modo que “A scanner darkly” es una de las películas a las que más respeto tengo, aunque he de reconocer que podría ser bastante mejorable y no llega a conformar esa obra maestra que algunos tanto esperaban.

NOTA: