The Rocky Horror Picture Show
7 May, 2011 Deja un comentario
Título original: The Rocky horror picture show/ Año: 1975/ País: Reino Unido/ Duración: 100 min/ Director: Jim Sharman/ Guión: Jim Sharman & Richard O’Brien/ Fotografía: Peter Suschitzky/ Música: Richard O’Brien/ Reparto: Susan Sarandon, Tim Curry, Barry Bostwick, Richard O’Brien, Patricia Quinn, Little Nell, Jonathan Adams, Peter Hinwood, Meat Loaf, Charles Gray… / Sinopsis: Cuando una pareja regresa de la boda de unos amigos, una violenta tormenta los coge desprevenidos por el camino de vuelta a casa y el coche se les avería. Por eso no tienen más remedio que refugiarse en un castillo, donde el doctor Frank-N-Furter vive entregado a la fabricación de una especie de Frankenstein. Al darse cuenta de que en aquel castillo pasan cosas demasiado raras de ciden marcharse, pero no será tan fácil como lo ha sido entrar.
Una película de culto se considera aquella que hace referencia a un género de cine, que como tal no existe, es una construcción dada, normalmente por el paso del tiempo, y que atrae a un pequeño grupo de espectadores devotos y aficionados. Con frecuencia la película no llega a alcanzar el éxito en su estreno. Se podría hablar de subgénero o cine independiente por su naturaleza, un tipo de cine suele presentar temáticas inusuales. Para que una obra cinemtaográfica llegue a alcanzar el estatus de ser considerada de culto deberá haber una determinada y especial relación de la audiencia con la película. Esto hace que sea difícil calificar una película como de culto; un éxito continuado entre un conjunto de aficionados al cine muchos años después del estreno original de la película es el factor clave de esta definición. Aunque también se puede utilizar el término para designar a películas que hayan influido en la forma de hacer cine, pero esto solo muy pocas lo han logrado.
Más allá de su locura, llena de ingenio y avanzada a su tiempo de forma transgresora, en su sofisticación pop y glam, siendo en la altura una auténtica revolución, «The Rocky Horror Picture Show» es un delirante musical, una curiosa apología del travestismo, parodia del cine malo de Hollywood, risotada contra la mojigatería, canto a la tolerancia, invitación al desenfreno.
En su momento, fue vista por algunos como una prueba más de la degeneración del cine, que sólo podía copiarse a sí mismo y ofrecer sensacionalismo, pero realmente estaba naciendo un nuevo género que enriquecería el mundo del cine. En la actualidad se puede decir que ya no es sólo una película de culto, ni un fenómeno exclusivamente contracultural, es una película de culto, apología de la diversión y del sexo por el sexo, que contiene algunas de las escenas más hilarantes y provocativas del cine de los años 70. Hoy puede considerarse «The Rocky Horror Picture Show» como un clásico en toda regla, en donde el centro del argumento de «The Rocky Horror» es la parodia de un cliché del género del terror; aquel donde una pareja de virginales se corrompe hasta la muerte, algo que se reinterpreta de manera festiva, porque los monstruos sólo quieren bailar.
Una película sin precedentes ni secuelas; sencillamente, incapaz de ser imitada. La parodia de la parodias: especialmente del cine de ciencia-ficción y en particular de las producciones de la RKO. Un inventor (travesti) crea una criatura que, en vez de monstruosa, es un portento sexual y no hace más que pensar en llevárselo a la cama, parodia en clave de la homosexualidad de esa estrecha relación entre bestias y sus creadores del género; Por no hablar del melodrama, que acaba teniendo tintes de película casi erótica, porque sus personajes Brad y Janet son, que serían perfectos para protagonizar un pastelón, deciden probar suerte, casi como si se salieran del guión, y desmelenarse, no pasará mucho tiempo hasta que aparezcan en ropa interior, y esto también provoca no sólo una contradicción interna, una crisis; sino también, una contaminación de géneros. Y por si fuera poco, hay que añadir el gran componente musical que hace que la obra sea mejor aún. Todo un musical que honra y a la vez satiriza a la ciencia ficción.
Estupendos Susan Sarandon, que se consiguió el Oscar por su tremenda interpretación de mojigata, y Barry Bostwick; junto a un elenco, encabezado por el carismático Tim Currey, de un espíritu bohemio y cabaretero que resulta de una espontaneidad total y contagia la libertad creativa como mera excusa de la película, en sus altibajos narrativos pero que no deja de sorprendernos y de ser una caja de efectos, giros, recursos, excesivos decorados. Acompañado de esos temas entre lo rockabilly y la más profunda psicodelia.
Quizás una de las más destacadas curiosidades es que, tradicionalmente, una representación de la película suele ir aderezada por la participación de la audiencia. Esto significa que puede haber (o no) un grupo de actores que representan las escenas musicales delante de la pantalla de proyección, contando con la complicidad del público para hacer chistes y provocar escenas cómicas. El público contribuye con un conjunto de objetos (props) que se utilizan en un momentos determinados de la proyección. Estos props pueden entregarse a la entrada de la proyección, auqnue lo más habitual es que se supone que el público llegará a la sala con su propia colección de objetos.
Yo he tenido la oportunidad de ser una espectadora de este tipo, con mi propia colección de props. He tirado arroz cuando, en la boda de Ralph Hapschatt y Betty Munroe, salían los novios de la iglesia. Me he cubierto la cabeza con un periódico cuando Brad y Janet salían del coche averiado en busca de un teléfono bajo la lluvia torrencial. He tirado papel higiénico por los aires cuando Brad exclamó «Great Scott!» una vez que el profesor Scott hubo atravesado la pared. Y he hecho sonar una campanilla cuando Frank dijo «Did you hear a bell ring?» durante la canción Planet Schmannet. «The Rocky Horror Picture Show» puede ser una gran opción para pasar un buen rato y para disfrutar de un género increíble, pero mi recomendación es que el espectador sea también protagonista del film y que haga uso de los props, porque se llevará un buen recuerdo de un clásico y muy buenos momentos a nivel personal.